Este objetivo se puede alcanzar de varias manera, una de ellas es mirar el tipo de cliente que queremos atender.
Podemos decir si queremos enfocar nuestro negocio a las personas mayores, de mediana edad, jóvenes…
Para emprender desde esta estrategia, es recomendable conocer a fondo el tipo de público elegido: quiénes son, qué valoran, sus preferencias y prioridades.
Además, tendremos que definir cómo vamos a llegar a este cliente, que tipo de productos o servicios pueden ser de su interés y cómo podríamos diferenciarnos de la competencia para llamar su atención.
es importante validar la idea de negocio, buscando pruebas o datos objetivos que corroboren que, efectivamente, existe el problema que hemos identificado, que los clientes buscan una solución para el mismo y están dispuestos a pagar por ello.
Una vez consolidada esta primera fase empresarial, se puede empezar a trabajar en la parte financiera, de la que dependerá el futuro negocio.
Por ello, hay que definir cuestiones como el coste y el margen de beneficio que se puede obtener del producto o servicio, o distintas fórmulas para hacerlo más atractivo para los clientes.
Es fundamental averiguar que canal de venta es el idóneo para dar a conocer nuestro producto o servicio: físico, online o ambos.
Por ultimo, como todo plan de emprendimiento, hay que tener en cuenta la competencia.
Debemos identificar a nuestros competidores y decidir cómo nos vamos a diferenciar de ellos. Para ello, tenemos que definir aquellos aspectos que más valor aportan y, por tanto, llaman más la atención de nuestro cliente.