A finales de los años 70, las calles de Zaragoza comenzaron a llenarse de la alegría y la energía de muchos jóvenes que emprendieron la idea de traer a la ciudad el concepto de las peñas que ya existía en muchos municipios de Aragón.
Era el germen de unas agrupaciones recreativas que hoy son símbolo, historia y tradición de la cultura popular de la ciudad.